Aunque la ermita no sea estrictamente un espacio del hotel, marca con su imponente silueta cualquier rincón del mismo. Y como no, recomendamos a todos nuestros huéspedes destinar cinco minutos a su profunda observación. Nuestros favoritos: la cúpula extrañamente grande para una ermita, el fresco de Felipe Pellicer y la aparición de la virgen, los púlpitos policromados y la Virgen de la Consolación, pobre en su elaboración pero de gran riqueza expresiva.
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