Imaginad que abrís un agujero en la roca orientado a las mejores vistas del lugar y lo cubrís con la piedra caliza de la zona, y lógicamente lo llenáis de agua. Y que hacéis llegar un césped intensamente verde hasta la orilla y que la propia naturaleza tiene, ya allí, un pequeño muro de piedra con musgo y una encina que os da sombra. Podéis llamarle piscina pero es algo más que eso.
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